Mañanas infernales.

Esta semana arrancaron todos los “tanques” de la mañana televisiva local. En esta crítica, un paneo subjetivo, caprichoso y hasta humorístico sobre la flamante grilla matinal.



¡Y nos quejamos de los residuos que llegan de Buenos Aires!: que las noticias porteñas salpican sangre a diestra y siniestra; que Maru Botana es la reina de las pavotas; que Fabio Alberti supo construir un personaje perfecto (en “Boluda Total”) para delinear la fisonomía de las conductoras de programas para “amas de casa”; que Karina Mazzocco y sus amigas, más que “Mañaneras”, parecen trasnochadas, a juzgar por los temitas con los que se cuelgan charlando: el conchero y sus secretos, el adiestramiento de perros asesinos para cuidarnos de los malos o los tecitos de chicas para ponerse bótox (siguen en el tupper); que al guapo Leo Montero y la copada Vero Lozano les da igual reírse de un mono o de Silvia Süller en tren de suicidio, ¡total!, en el ridículo caben todos (incluso los conductores).

“¡Paren, porteños: nos queremos bajar!”, podría decir un mendocino necesitado de ver qué habas se cuecen en los canales “de acá”. Y, la verdad, es que si lo que busca es bajarle unos cambios al delirio ¡Malas noticias!: parece que los creativos locales conciben esas fórmulas como el pan rallado de la milanesa y no están dispuestos a quitárselo. Es que esta semana arrancaron todos los prometidos cambios de la mañana televisiva mendocina y, a juzgar por los primeros envíos, la cosa pinta en idéntica dirección.

No es la frase, es el contexto

Ricardo Mur, finalmente, tomó su asiento en la primera edición del noticiario del 7. Su compañera de ruta informativa, esta vez, no es Cecilia Ranua sino Laura Carbonari. El decorado que lo enmarca no tiene el tono de envío-informativo-objetivo-de-noticias sino que es más distendido: un fondo fijo de los Portones del Parque. Delante de una de las columnas de la puerta central, está “ella”; delante de la otra columna de la puerta central, está “él”.

¡Pobrecitos!: separados por un abismo gigante que, si aguzamos la vista, se pierde más allá de los Caballitos de Marly. La idea “garpa”, pero el resultado, ¡ni ahí! Es que la distancia entre ambos conductores genera una frialdad hacia la platea que, ¡vamos!, no hay con qué entibiarla: ni los mensajes de televidentes que leen al aire, ni las tímidas bromas entre conductores que todavía no han entrado en confianza (se nota), ni las noticias, que son las mismas pero con otras caras y juegos escenográficos. En este contexto, la antes estilística-frase “tanda de madrugadores” suplica ser reemplazada.

Qué par de pájaros, las dos

Seguimos en el 7, por ahora. Termina Mur-Carbonari y el Portón del Parque y llegamos, a las 9.30 a “Matinata” (nombre feo, si los hay; pero en cuestión de gustos...). Allí nos esperan Natacha Palomo y Romina Terranova, las dos promesas que han de llenar nuestra mañana de diversión: “un magazine diario destinado prácticamente todo a la mujer; muy dinámico y divertido con contenidos relacionados con la vida sana, el deporte, la moda y las tendencias”, dice el canal en su página web.

Pues vea: si a una mujer le resulta “divertido y dinámico” sentarse frente a la pantalla a ver cómo Harry Rocha mueve la colita al ritmo de Juan Luis Guerra, mientras nos insta al grito de “¡sabor!”, a dejar el merengue que estamos haciendo (?) para probar con bailarlo (y luego las conductoras intentan la proeza, aun a riesgo de caer en el intento, como le sucedió a la pobre Natacha).

O le parece “dinámico y divertido” que tres señoritas, en el piso del patio del canal (¿por qué siempre utilizarán como set el patio del canal?), nos insten a practicar elongaciones estilo-pilates, que sólo se logran con mucho, mucho ensayo.

O se dinamiza y divierte mandando mensajitos de texto contando “cuál fue la caída más ridícula” o “lo más ridículo que lleva en la cartera”, para luego escuchar la entrevista sobre “cáncer de mama”... Pues, si a una mujer le resulta alguna de estas cosas, divertidas y dinámicas, quien esto escribe está a punto de gritar: ¡un cambio de sexo, ya!

Las doce en el patíbulo

Una vez sorteadas las primeras horas de la mañana, se sabe, viene el mediodía. Y con él, llega Marcelo Ortiz y sus doce escuderas (“un panel integrado por amas de casa, estudiantes, docentes, médicas, es decir, gente común”), apunta también la web del Canal 7 de Mendoza.

El entorno del programa es el Club Regatas (de vez en cuando un paneíto hacia algunos muchachos haciendo unos largos en la pileta, como para refrescar). Allí la actualidad y los temas candentes se dan cita: el problema del agua, la droga en los jóvenes; entre otros.

La idea no es nueva: un antecedente que recordamos es “Veinte mujeres”, conducido por Fernando Bravo y Mónica Gutiérrez, que salía por el 13 de Buenos Aires (en el ’85); pero no por eso mala. El asunto, en este tipo de programas, es cómo se conduce a ese panel, qué puede dar ese panel y con qué grado de rigor y seriedad periodística se maneja la información.
Todas estas cuestiones en “Las doce” (así se llama el programa de Ortiz) están colgando de alfileres. Es que los temas tratados sobrevuelan el estricto sentido común, con algún que otro intento picante de Ortiz (bien a estilo Majul o Mirtha y sus preguntas-tipo: “¿usted es el culpable?”) por carear a los entrevistados o azuzar a sus mujeres al análisis (difícil, difícil). Eso sí: el conductor maneja un trainning ante cámaras que las dos ricas de “Matinata” todavía no rozan ni con la intención.

Y a mí, ¿qué?

Ellos lo dijeron, y así sucedió: en Canal 9 no ha cambiado nada con la salida de Ricardo Mur.

Esto significa: la incorporación de Alejandro Álvarez en el noticiario mañanero no suma ni resta (¿será bueno, esto; o no?), el tratamiento de la información es exactamente el mismo.

El desmérito, en este caso, es la escasez de producción propia; porque, fuera de los noticieros y algún que otro programita aislado de la grilla, el 9 nos tira lata tras lata envasada por las señales porteñas y, por eso mismo, pensada para esas audiencias que nada tienen que ver con nosotros. Así, aunque el 7 derrapa en varios opus (en sus intentos de copiar la televisión vacía que produce Buenos Aires), corre con la ventaja de arriesgarse a una pantalla ligada a lo local.
Vea si no: una vez terminada la edición del noticiario 9, llega TN con sus paros en Ezeiza, sus cortes de Avenida de Mayo, sus accidentes en la esquina de Juncal y Cerrito, sus desarmaderos en el conurbano. Y a nosotros ¿qué?, ¡si de la General Paz porteña estamos a 1.100 kilómetros de distancia! Después... Maru, la pavota... después..., después... Pero, claro: no hay que ser injustos, de tanto en tanto llega “El mirador de cine” a la 1 de la mañana y, ¡todos chochos! ¡Ay, ay!: a esta televisión local todavía no le encuentran el “encendido”